Para sorpresa de muchos colombianos, en 2017 el Gobierno de Colombia anunció que el país se convertiría en “socio global” de la OTAN. La noticia fue inesperada en medio de un contexto político polarizado, y en el que la ciudadanía está acostumbrada a las noticias y los debates sobre la lucha contra los grupos guerrilleros y las organizaciones criminales. ¿Se convertiría el país en miembro de la Alianza? ¿Iban a enviarse soldados colombianos a zonas hostiles y remotas? ¿Respaldarían los miembros de la OTAN a Colombia en caso de entrar en guerra?
Durante décadas, las naciones de América Latina han buscado fortalecer sus lazos con otros países de la región. En algunos casos, han intentado ser menos dependientes de potencias mundiales como EE. UU. Históricamente, el discurso sobre la independencia de EE. UU. ha ganado fuerza con la llegada al poder de gobiernos de izquierdas. Por ejemplo, a principios de la década del 2000, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) fue creada por los gobiernos de izquierdas de la llamada “marea rosa” como una forma de romper lazos con Washington y, al mismo tiempo, lograr la unidad de América Latina. Colombia se mostró reticente al principio, pero incluso después de su adhesión continuó recibiendo críticas frecuentes por su estrecha alianza con EE. UU. Algunos consideran que el partenariado de Colombia con la OTAN consolida su acercamiento a las potencias occidentales, lo que va en contra del ideal de unidad regional.
Sin embargo, esta perspectiva se basa en una idea errónea de lo que implica una asociación con la OTAN, y lo que significa para un país convertirse en socio global de la Alianza. Cooperar más estrechamente con la OTAN a través de su programa de asociación responde al interés de Colombia por modernizar, adquirir conocimientos y aumentar la transparencia en el sector de la defensa, mientras apoya un sistema internacional fundamentado en el Estado de derecho. A largo plazo, el estatus de socio global supone grandes beneficios para Colombia sin restringir la postura de su Gobierno en política exterior.
Entre los socios globales de la OTAN se encuentran países como Australia, Colombia, Irak, Japón, República de Corea, Mongolia, Nueva Zelanda y Pakistán. Cada socio establece una asociación con la OTAN según sus propios intereses y necesidades de seguridad, además de una serie de limitaciones definidas por el país y la OTAN. Los socios globales no cumplen los requisitos geográficos para ser miembros y no están sujetos al Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte sobre defensa colectiva. Por lo tanto, ningún socio, ni siquiera Colombia, tiene la obligación de defender a un Aliado de la OTAN ni viceversa a través de los mecanismos de la asociación. La asociación de la OTAN es beneficiosa para ambas partes: los socios ganan al colaborar con la OTAN y participar en los ejercicios de la Alianza, mientras que aportan conocimientos técnicos únicos y oportunidades para que los Aliados y otros socios realicen ejercicios conjuntos.

Acto público en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Bogotá, Colombia, durante la visita del subsecretario general en funciones de la OTAN para Asuntos Políticos y de Seguridad, Javier Colomina, en abril de 2023.
El camino hasta la asociación
El proceso oficial para que Colombia se convirtiera en socio global de la OTAN comenzó en 2013 con la firma de un Acuerdo sobre Cooperación y Seguridad de la Información, aunque el interés mutuo existía desde principios de la década del 2000. Desde entonces, en Colombia creció un interés compartido entre los sectores militares y políticos por acercarse a la OTAN. Según varios altos mandos militares, incluido un excomandante del Ejército, durante años las Fuerzas Militares de Colombia habían mantenido una estrecha relación con el Ejército de los EE. UU., y veían en una asociación con la OTAN un paso en la dirección correcta, pues Colombia tenía mucho que aportar y mucho por aprender.
El expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) compartía intereses similares, y creía que una relación más cercana con la OTAN era un objetivo positivo para la política exterior. Sin embargo, fue durante la administración de Juan Manuel Santos (2010-2018) cuando esta idea tomó forma. Su Gobierno buscaba posicionar a Colombia en nuevos escenarios, más allá de América Latina, tanto en lo político como en lo económico, mediante su participación en iniciativas como la OCDE, la Alianza del Pacífico y el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Colombia había desarrollado distintas capacidades para la guerra irregular y se acercaba a un acuerdo de paz con el grupo guerrillero más antiguo, por lo que estaba en condiciones de ayudar a otros en la lucha contra grupos delictivos y rebeldes. Para ello se creó un ambicioso Programa en Diplomacia de la Defensa y Seguridad, entre cuyos objetivos figuraba una asociación con la OTAN, con lo que se añadía una dimensión militar a la política exterior.
El Acuerdo sobre Cooperación y Seguridad de la Información firmado en 2013 se centró en el intercambio de información, especialmente sobre delincuencia organizada. Colombia aspiraba, principalmente, a contribuir a la lucha global contra las drogas. Sin embargo, el ministro de Defensa de Colombia declaró entonces que existía un interés más general en aprender sobre misiones de paz, misiones humanitarias y derechos humanos en el sector de la defensa.
Para 2017, la relación había evolucionado y los intereses compartidos se habían multiplicado. Colombia reconoció cuánto podía aprender de la OTAN en materia de interoperabilidad, normas, transparencia, género y seguridad, y ciberseguridad, entre otros temas. Por su parte, la Alianza comprendió que, tras seis décadas de conflicto interno, para otros países podía ser útil aprender de la experiencia colombiana en la lucha contra la guerra irregular. La lucha contra grupos armados, tanto de izquierdas como de derechas, exigía distintas capacidades y habilidades, lo que incluía operaciones especiales de contrainsurgencia, contraterrorismo y operaciones de apoyo a la paz. Además, como las actividades ilegales, especialmente el narcotráfico, se habían convertido en una fuente clave de financiamiento para casi todos los grupos armados, las Fuerzas Militares de Colombia también habían desarrollado conocimientos sobre la lucha contra la delincuencia organizada, la erradicación de cultivos ilegales, la incautación de drogas, y la creación de un ambiente propicio para el desarrollo de actividades legales.
Ese mismo año se firmó un Programa Individual de Asociación y Cooperación (IPCP), que otorgó a Colombia el estatus de socio global de la OTAN. Con ello, se convirtió en el primer país latinoamericano en alcanzar este nivel de asociación, y hasta la fecha sigue siendo el único socio global en la región.
En 2021, Colombia y la OTAN firmaron un nuevo marco de asociación conocido como Programa de Asociación Personalizado (ITPP). Este programa articula la asociación de Colombia con la OTAN en unos términos que se adaptan a los objetivos específicos de seguridad y defensa del país. Actualmente, los programas de asociación personalizados son la herramienta principal de la OTAN para coordinar la cooperación con sus socios. Colombia fue el primer país socio en firmar un ITPP.

El Centro Internacional de Desminado (CIDES) fue creado en el Fuerte Militar de Tolemaida, uno de los principales complejos militares del Ejército Nacional, situado en el centro de Colombia. El nivel de excelencia alcanzado por el centro, las habilidades y los conocimientos técnicos de su personal, y el interés de otras naciones por formarse en esta capacidad, le valieron en 2019 la acreditación como Centro de Capacitación y Educación de la Asociación (PTEC) de la OTAN. © CIDES
Además de lidiar con la guerra irregular, el desminado es una de las habilidades que el Ejército de Colombia ha desarrollado a lo largo de la historia. Los grupos armados sembraron minas en vastas áreas del país como táctica defensiva, lo que requirió un esfuerzo considerable en tareas de desminado. Para ello, se creó el Centro Internacional de Desminado (CIDES) en el Fuerte Militar de Tolemaida, uno de los principales complejos militares del Ejército Nacional, situado en el centro de Colombia. El nivel de excelencia alcanzado por el CIDES, junto con las habilidades y los conocimientos técnicos de su personal, y el interés de otras naciones por formarse en esta capacidad, le valieron en 2019 la acreditación como Centro de Capacitación y Educación de la Asociación (PTEC) de la OTAN. Actualmente, 26 Aliados y países socios albergan 33 PTEC en todo el mundo. En mayo de 2022, el CIDES fue sede por primera vez de la Conferencia de Comandantes de los PTEC, que se organiza una vez al año.
¿Qué incluye el ITPP OTAN-Colombia?
El ITPP traza de manera estratégica todos los aspectos de la colaboración de la OTAN con Colombia, y los orienta hacia la consecución de objetivos concretos. Según lo que se desprende de mis entrevistas con expertos en la materia, el programa abarca una agenda de 11 áreas específicas, cada una con varios hitos que sirven como indicadores de su ejecución. Estas áreas son: consulta y diálogo, lucha contra el terrorismo, gestión de crisis, educación y capacitación, fomento de la integridad, desarrollo de capacidades e interoperabilidad, interoperabilidad militar, idiomas, diplomacia pública, ciberdefensa y cambio climático. De acuerdo con expertos en la materia del Ministerio de Defensa de Colombia, se puede afirmar que el ITPP entre la OTAN y Colombia se basa en los siguientes cuatro objetivos principales:
Defender los principios de la democracia, el Estado de derecho, las libertades personales y los derechos humanos.
A menudo se pasa por alto que la OTAN no es solo una alianza militar, sino también una alianza política. Ante todo, la OTAN es un conjunto de naciones que comparten unos valores comunes. Colombia, a lo largo de su historia, ha ensalzado esos mismos valores, a pesar de los desafíos a los que se ha enfrentado para construir una democracia. Esos principios compartidos son los que unen a Colombia y a la OTAN como parte de una misma comunidad en un sistema internacional en el que el autoritarismo, el populismo, la desinformación y la polarización extrema están desgastando progresivamente las democracias.
Profesionalizar las Fuerzas Militares de Colombia y fortalecer las capacidades nacionales para superar los nuevos desafíos de seguridad.
Como ya se mencionó antes, las Fuerzas Militares de Colombia tuvieron que desarrollar capacidades excepcionales para luchar contra la delincuencia y los grupos rebeldes. En el proceso se lograron grandes progresos, pero también se cometieron errores y se plantearon nuevos desafíos. La OTAN ofrece a Colombia oportunidades para que mejore sus normas militares, estableciendo vínculos más sólidos y relaciones de confianza con algunos de los ejércitos más avanzados del mundo.
Contribuir al orden internacional, desde el respeto al derecho internacional.
En consonancia con el primer objetivo, Colombia ha mantenido de manera consistente una política exterior basada en el respeto al derecho internacional. A lo largo de su historia, y a pesar de los cambios en las tendencias políticas y contextos, los Gobiernos colombianos han demostrado su compromiso con un orden internacional fundamentado en los principios y en el respeto al Estado de derecho.
Avanzar hacia la integración de la perspectiva de género en el sector de la defensa, cumpliendo con los más altos estándares de protección de los derechos humanos, la integridad y la buena gobernanza.
Este es un objetivo fundamental al que volveremos a referirnos más adelante. Las Fuerzas Militares de Colombia han sido objeto de críticas en los últimos años, en particular, en relación con casos de corrupción y violaciones de derechos humanos. Aún queda mucho por hacer para transformar el ambiente profundamente “masculinizado” y patriarcal del Ejército de Colombia.

Aunque no es miembro de la OTAN, Colombia es un país que se considera cada vez más un socio global clave para la OTAN y los comandos de combate de EE. UU., como el Comando Europeo de los EE. UU. (USEUCOM), el Comando Sur de los EE. UU. (USSOUTHCOM) y el Comando Espacial de los EE. UU. (USSPACECOM). Colombia ha desarrollado una participación activa en diversos ejercicios y operaciones de la OTAN, lo que ha fortalecido la interoperabilidad y cooperación con las fuerzas aliadas. Foto © Comando Espacial de los EE. UU.
¿Qué beneficios tiene para Colombia?
Al margen de su asociación con la OTAN, Colombia mantiene plena libertad para adoptar la postura que considere oportuna en asuntos de seguridad internacional, siempre en función de sus prioridades de política exterior. En América Latina, hay quienes malinterpretan o desconocen la naturaleza de la relación con la OTAN, y afirman que la asociación menoscaba la autonomía de Colombia y es contraria al interés de lograr la unidad de las naciones de América Latina. Esta afirmación es incorrecta, ya que la asociación con la OTAN se basa en una agenda personalizada, establecida a través del ITPP, que se centra en áreas concretas cuyo objetivo es mejorar la calidad y las normas del Ejército de Colombia y aumentar la estabilidad en el país.
La OTAN es una organización político-militar que cuenta con más de 75 años de historia. La organización promueve los más altos estándares en doctrina militar, capacitación, planificación de la defensa e interoperabilidad entre sus miembros. A través de su programa de asociación, la OTAN comparte información, experiencias y aprendizajes con países socios. El ITPP desarrolla una serie de programas e instrumentos idóneos para que una nación como Colombia fortalezca sus capacidades técnicas en el sector de la defensa. Por medio de la asociación, Colombia puede mejorar sus normas militares y condiciones técnicas en una variedad de áreas, que van desde la interoperabilidad militar hasta los derechos humanos.
En el caso de Colombia, al igual que en otras naciones de América Latina y el sur global, el nivel de corrupción es alto y la falta de transparencia de los órganos de gobierno es generalizada. Además, la corrupción siempre ha sido un tema central en el debate político, y el sector de la defensa no es la excepción. Los escándalos gubernamentales por corrupción, abuso de poder y nepotismo han sido una constante a lo largo de la historia de Colombia.
Ha habido casos de violaciones y abusos de los derechos humanos por parte de las Fuerzas Militares de Colombia. La población mantiene sus críticas al Ejército y rechaza los enfoques militaristas para reprimir conflictos internos debido al escándalo de los “falsos positivos” de la década del 2000, en el que civiles eran asesinados y vestidos como guerrilleros para magnificar los éxitos en operaciones de contraguerrilla. El escándalo minó la legitimidad del Ejército.
El Programa Building Integrity (BI), un mecanismo que contribuye a mejorar la transparencia en el sector de la defensa, ejemplifica cómo la asociación de Colombia con la OTAN sirve para luchar contra la corrupción y mejorar las normas y la legitimidad del Ejército de Colombia. El Programa BI cuenta con un proceso estructurado, conocido como Proceso de Revisión por Pares y Autoevaluación BI de la OTAN, que utiliza una metodología específica paso a paso para evaluar las condiciones de transparencia y gobernanza de las instituciones de defensa en las naciones que voluntariamente participan en una evaluación. Colombia se unió a este programa en 2013, antes de convertirse en socio global de la OTAN. El país aceptó responder al Cuestionario de Autoevaluación y someterse al proceso de revisión por pares. El proceso finalizó en 2016. En octubre de 2020, el Ministerio de Defensa decidió participar en el proceso por segunda vez. En esta ocasión, el proceso finalizó en septiembre de 2023 con la entrega oficial del informe final por parte del entonces vicesecretario general de la OTAN al ministro de Defensa de Colombia durante una visita oficial al Cuartel General de la OTAN. Este informe incluyó recomendaciones de la OTAN que han servido para impulsar nuevas reformas.

El 27 de septiembre de 2023, el ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez Gómez, se reunió en el Cuartel General de la OTAN con el entonces vicesecretario general de la OTAN, Mircea Geoană. La reunión destacó la importancia de la asociación de la OTAN con Colombia y la visión única que este país aporta como socio de la OTAN en América Latina. © OTAN
En un acto de diplomacia pública en Bogotá centrado en la agenda del Programa BI, oficiales de Colombia y de la OTAN destacaron lo fructífero que este proceso ha sido para Colombia. Para 2016, el Ejército había creado la Dirección de Aplicación de Normas de Transparencia y Ética (DANTE), y para 2018, el Comando Conjunto creó una oficina similar, lo cual animó a la Fuerza Aérea y a la Armada Nacional a crear sus propias oficinas: OFINT y DELTA, respectivamente. Se han creado planes y programas específicos para incorporar estándares de transparencia en los procesos y unidades del Ejército. Los Aliados de la OTAN también se benefician de estas evaluaciones, que les permiten adquirir conocimientos sobre cómo abordar los problemas de corrupción, gobernanza y transparencia en los sectores político y de defensa.
A través del ITPP, la OTAN también brinda oportunidades de educación y capacitación a las Fuerzas Militares de Colombia. Como ya se mencionó antes, existen 33 PTEC que cuentan con la acreditación de la OTAN y ofrecen cursos sobre temas que van desde la resolución de conflictos y la consolidación de la paz hasta el rescate de personal y las operaciones en montaña. Los miembros de las Fuerzas Militares de Colombia ya están recibiendo instrucción en varios de ellos. Entre 2019 y 2023, más de 200 oficiales civiles y militares de Colombia participaron en cursos sobre integridad, ciberterrorismo, comunicaciones estratégicas, género, gestión de crisis, idiomas y logística. La selección se hace teniendo en cuenta la trayectoria, experiencia, función y cargo en el Ejército para que a su regreso contribuyan de manera efectiva a la misión de las Fuerzas Militares. Los oficiales se convierten en multiplicadores de conocimientos dentro de las Fuerzas: informan a sus pares y mejoran su entorno.
Colombia también puede aprender mucho de la Alianza en el ámbito de las capacidades cibernéticas. En 2024, un oficial colombiano participó en el Ejercicio de Interoperabilidad de Guerreros de la Coalición (CWIX) de la OTAN. Fue el primer participante de un país latinoamericano. Desde 1999, CWIX ha reunido a profesionales y oficiales de diversas procedencias, tanto de países socios como Aliados, con el objetivo de mejorar la interoperabilidad con sistemas y plataformas digitales e informáticos. La edición de 2024 fue el mayor ejercicio cibernético en la historia de la OTAN, con más de 2500 participantes, incluidos ingenieros y operadores que pusieron a prueba más de 480 capacidades, desde innovadoras gafas de realidad aumentada hasta herramientas de conocimiento de la situación geoespacial, ya probadas en combate. Ahora que el ciberespacio se está convirtiendo en uno de los principales dominios de la guerra contemporánea y los ciberataques amenazan desde múltiples frentes, es lógico que Colombia, al igual que otros países socios de la OTAN, se beneficie significativamente de participar en estos ejercicios. Como ya se mencionó antes, las asociaciones son bidireccionales, de manera que los países socios se benefician de los ejercicios con los Aliados de la OTAN y del acceso a los mismos, y la OTAN y sus miembros aprenden de las experiencias y aportaciones de los países socios.
Lo que resulta evidente es que, incluso para un país de América del Sur, alejado del área del Atlántico Norte y distante relativamente de muchas de sus preocupaciones geopolíticas, una asociación con la OTAN resulta muy beneficiosa. Este artículo presenta tan solo algunos ejemplos de la amplia agenda con la cual las Fuerzas Militares de Colombia están mejorando sus normas y capacidades para adaptarse a los desafíos globales del siglo XXI, al tiempo que se comprometen con el avance de los derechos humanos, la rendición de cuentas y la transparencia. La OTAN, como foro político que fomenta el diálogo y el debate entre Aliados y países socios, juega un papel esencial en un sistema internacional constantemente amenazado por agentes autoritarios. El acceso a este foro como socio global permite a Colombia participar en esos debates clave. En resumen, a los latinoamericanos no debería preocuparles que la asociación de Colombia con la OTAN respalde una supuesta “agenda imperialista” o que sirva de puente para que las potencias mundiales impongan su dominio sobre América Latina. Se ha demostrado que estas ideas son erróneas. De hecho, otros países latinoamericanos deberían seguir el ejemplo de Colombia, reconocer los beneficios de su asociación con la OTAN y estudiar las ventajas de seguir sus pasos.